Autora: Kristin Suleng

Si ya es difícil conseguir una Medalla de Oro de Bellas Artes del Ministerio de Cultura, más lo es cuando el tema es la divulgación del derecho. Pero la editorial Tirant Lo Blanch lo ha conseguido gracias a un proyecto, nacido en 2002, que ya ha cumplido cincuenta números. 

Contadas son las iniciativas culturales locales que llegan a tener un reconocimiento de alcance nacional. Y menos todavía si se trata de colecciones discretas de sellos editoriales. En los albores de un año convulso como 2020, el Consejo de Ministros aprobó conceder una de sus treinta y dos Medallas de Oro al Mérito en las Bellas Artes, otorgadas a personas o entidades destacadas por su contribución a la cultura en muchas de sus manifestaciones, para Cine y derecho, una apuesta cultural de la firma valenciana Tirant Lo Blanch que da nombre a una serie de títulos, única en el ámbito editorial español, que no solo aúna tribunales y celuloide.

Pero en tiempos de pandemia, un galardón de tal calibre a un proyecto inusual ha pasado casi desapercibido en los medios de comunicación. «Antes le daban más bola a los premios. Los de Bellas Artes tenían un cierto eco en el ámbito cultural. Pensé que sería una buena noticia para la cultura valenciana, pero me he columpiado», confiesa entre risas Javier de Lucas, catedrático de Filosofía del Derecho de la Universitat de València, ideólogo y alma mater de esta iniciativa que evoca uno de los sueños sin cumplir de este referente en el ámbito de los derechos humanos y la inmigración, siempre inquieto por la cultura y luchador incansable por hacer un mundo más justo. 

Este reconocido jurista, hoy senador socialista, de origen murciano y valenciano de adopción, recuerda que antes del derecho, fue el cine, la física o la filosofía lo que le apasionaba en su juventud. «Tengo una frustración enorme por no haber hecho cine. En la Universidad de Murcia no había nada de cine, tampoco de Física. La Filosofía no era muy buena por entonces…», recuerda De Lucas, quien siguió la tradición familiar, y lo que hacían la mayoría de los estudiantes en la España de finales del régimen franquista, estudiar leyes. Sin embargo, «siempre aprovechaba todo lo que podía para ver y leer sobre cine».

* Lea el artículo íntegramente en el número 78 (abril 2021) de la revista Plaza

Fuente del texto: «Justicia a veinticuatro fotogramas por segundo»