Acercarse a la obra de Francesco Rosi es un placer para cualquier cinéfilo, pues el napolitano es un director que te hace disfrutar por lo que cuenta y por cómo lo cuenta.
Lo que cuenta suele ser controvertido para los poderosos (Salvatore Giuliano, Cadaveri Eccelenti…), y esa es la razón por la que no es conocido para el gran público.
Cómo lo cuenta es con belleza y honestidad en la historia, y con respeto y consideración al espectador, al que trata como mayor de edad. Porque Rosi hace su parte de trabajo, nos dice de forma sencilla y precisa lo que pasa y por qué pasa, pero exige de nosotros la nuestra: fundamentalmente que saquemos conclusiones y hagamos algo al respecto.
Las manos sobre la ciudad es una película extraordinaria. En ella Rosi nos explica los mecanismos fraudulentos que urbanismo y poder utilizan para enriquecer a empresarios y políticos sin escrúpulos, y cómo su acción, además de dañar el corazón de las instituciones, perjudica directamente la vida de los más vulnerables y silenciados.
Sin moralinas, con cierto escepticismo y con mucha verdad, el director italiano nos cuenta que el dinero, si se entroniza como principal valor social, destruye la democracia —la ciudad—, y con ella a quienes la democracia protege.
Actores excelentes (Rod Steiger imponente), guion inolvidable, técnica visual originalísima… Las manos sobre la ciudad es de esas películas que uno acaba viendo muchas veces.
Por Fernando Flores, autor de la obra Las manos sobre la ciudad. El capitalismo, la democracia como presa, de la Colección Cine y Derecho.