Yo bajo a los infiernos y se cosas que los demás no saben (Pasolini).
Este mes de julio de 2021, después de declararlo “tesoro nacional”, el Estado francés ha adquirido, por 4,55 millones de euros, el original de Las 120 jornadas de Sodoma, escrito en 1785 por el Marqués de Sade durante su encierro en La Bastilla.
Este tesoro nacional es uno de los textos más reprobados de la historia de la literatura, y fue utilizado por Pasolini para filmar en 1975 una película de crítica política en la que nos habla del poder y del sexo, y de las relaciones entre ellos, temas sobre los que tanto Sade como Pasolini tenían mucho que decir.
El juego de poder y sexo ideado por el Marqués es retomado por Pasolini en el contexto de la Italia fascista del final de la Segunda guerra mundial, pero idealmente sus lecciones se prolongan hasta la actualidad.
La película es un manifiesto expresionista sobre el poder sin límites y sus fronteras con el sexo. Y ayuda a explicar frases como “No hay nada más anárquico que el poder”, o “el poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente”.
Sin duda la relación entre política y sexo es interesante, diversa y poco codificada, y cualquier lección es bienvenida. Como se explica en el libro sobre la película, el sexo es, especialmente para el poderoso, tanto un campo de expansión -gratificación, alivio, reequilibrio mental-, cuanto un riesgo de chantaje y destrucción –lo que, paradójicamente, aumenta su atractivo-. De este modo el sexo más allá de los límites convencionales, se convierte en un campo vecino del poder político.
Debemos verla si queremos saber de qué estamos hablando cuando nos movemos en los extremos del poder, de la violencia, del sexo, y de este eterno lado oscuro de los seres humanos.
Por Ángel Pelayo González Torres, autor de Salò o las 120 jornadas de Sodoma en la colección Cine y Derecho.